Mi historia
Wood lover - Problem solver
Curioso, obsesivo, detallista y dedicado a la fabricación de muebles y objetos hechos con mis manos. Ese soy yo.
Mis comienzos
De niño, fabricaba mis propios juguetes, heredé habilidades de mi padre fontanero y adquirí otras con la práctica, el error y el trabajo constante.
Dediqué 19 años a los rótulos autoadhesivos y, sobre todo, trabajé la parte de atrás, esa parte que nadie ve, pero que si alguien viera, tendría la total certeza sobre la dedicación con la que hacía mi trabajo.
Un giro de rumbo
Con el tiempo los rótulos se me quedaron pequeños y decidí apostar por mi verdadera pasión: la carpintería.
Me formé en carpintería y ebanistería, pero hago las cosas como me gustan, es decir, llevo las técnicas que aprendí más allá de lo tradicional.
Hoy fabrico productos donde cada detalle cuenta, no solo lo que se ve, sino también lo que se siente.
Sigo experimentando esa misma emoción de cuando era niño construyendo mis propios juguetes. Solo que ahora fabrico para otros... sin dejar nunca de aprender.
Enseñar también es construir
Desde hace más de diez años, comparto lo que sé en cursos y actividades con madera, pensados para quienes dan sus primeros pasos y quieren vivir la experiencia de construir con sus manos.
Descubrí que enseñar es una forma muy especial de crear. La carpintería, más que un oficio, es un arte que mezcla habilidad, paciencia y creatividad.
Acompañar a mis estudiantes desde los primeros cortes hasta la terminación de un proyecto es un privilegio. Ver cómo crece su confianza, cómo desarrollan paciencia, atención al detalle y creatividad... me recuerda cada día por qué elegí este camino.
Lograr que mis estudiantes apliquen estas cualidades y desarrollen un aprecio genuino por la artesanía es una recompensa diaria que hace que mi trabajo valga la pena.
De Buenos Aires a Barcelona, con escala en el taller
Nací en Buenos Aires, Argentina, y hace ya 17 años que vivo en Barcelona. Es aquí donde tengo mi taller, un espacio donde trabajo, enseño, diseño, experimento y me equivoco… para volver a empezar.
Con las manos llenas de ideas y, muchas veces, cubiertas de aserrín.
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